viernes, 24 de abril de 2009

Que no sea sujeto del desencuentro perfecto:
Que me invada tu mirada
y lo que no dicen tus palabras.
Que esta madrugada me seduzca y te incite
a que tu significado me lleve consigo.
Que mis pestañas salgan de su inercia
y mis manos furtivas desaten este destino,
transformándolo en sentido.
Qué tiene de espontáneo este discurso,
si este sueño inesperado
pretende teñir las casualidades
y hacerlas parecer premeditadas?

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