Que me invite la soledad de mi perro
a sentarme a su lado para mirar el viento;
que sus orejas me lleven volando del otro lado del tiempo;
que sus ojos reciban mi sed de encuentro,
y su sabiduría invada mi desentendimiento:
No tengo claro
si me muevo hacia o desde adentro;
si tus ojos me reciben,
sólo,
porque sin decidirlo, están abiertos.
No tengo claro
si el viento por momentos, se detiene,
o mi fantasía de estabilidad, ignora su movimiento.
No tengo claro
si a mi línea, yo la defino
o es ella, la que me invita a seguirla.
No tengo claro
si mi espacio te es amable,
irritante, intrigante,
o indispensablemente indiferente.
No tengo claro
si soy yo la que te aleja,
o sos vos el que simula estar ausente.
lunes, 19 de octubre de 2009
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