Que llueva desde mi noche hasta tu alma,

que hoy me filtre en tus sueños

y lentamente,

que siga lloviendo hasta mañana.

Quisiera despertar desde tu silencio,
una palabra honda,
que en su destiempo extrañe ser escuchada.

Tengo el tiempo para recibirla,
quiero mirarte a los ojos,
cuando puedas nombrarla.

Hoy,

te ofrezco un abrazo sin espacio entremedio,
un abrazo sin sombra, sin apuro.
Un abrazo,

que en su contraforma
descarte el disimulo.
Un abrazo sin entrelíneas,
ni maniobras oscuras.

Hoy te regalo una mañana húmeda,
a la orilla de un río,

con un cielo liviano
y nubes de musgo.

Mi ocio descalzo,
y mi silencio torpe: ya son tuyos.

Hoy tu espacio no me invita,
no me intriga,
ni siquiera me respira.

Hoy,
mi ambición no persigue tu intención.

Está mi angustia,
está mi ansia,

y está tu espacio que
hoy,
no me alcanza,
no me habita.

Que mi alma sea;
a pesar de tu mirada.

Quiero regalarte el espacio entre tus pasos,
el tiempo entre tu apuro,

una pausa en tu discurso.

Quiero leerle a tu olvido
lo que dejó de tener sentido.
Quiero desafiar tu definición de abrazo,
modificar tu intención de ser humano.

Que me llueva este silencio
más cerca, más adentro;

desde su cielo negro.

Que se enjuaguen mis heridas,
esas que no se animan,

y desde el fondo

inmovilizan mi perspectiva.

Que me invite la soledad de mi perro
a sentarme a su lado para mirar el viento;
que sus orejas me lleven volando del otro lado del tiempo;
que sus ojos reciban mi sed de encuentro,
y su sabiduría invada mi desentendimiento:
No tengo claro
si me muevo hacia o desde adentro;
si tus ojos me reciben,
sólo,
porque sin decidirlo, están abiertos.
No tengo claro
si el viento por momentos, se detiene,
o mi fantasía de estabilidad, ignora su movimiento.
No tengo claro
si a mi línea, yo la defino
o es ella, la que me invita a seguirla.
No tengo claro
si mi espacio te es amable,
irritante, intrigante,
o indispensablemente indiferente.
No tengo claro
si soy yo la que te aleja,
o sos vos el que simula estar ausente.

Que no se rindan mis abrazos,

ni se escondan mis palabras.

Que mis ojos digan,

lo que excede mi habla.

Que mis sueños abarquen

esa realidad ignorada.

Que sin temor, sea mi alma

la que decida mis pisadas.

Hay caminos callados,

que en su silencio

abren espacios inesperados:

es a ellos que, intencionalmente,

me voy entregando.

Que no se rindan tus abrazos,

ni en secretos se escondan tus palabras.

Que tus ojos digan

lo que excede tu habla,

y sea yo capaz de captar esa mirada.

Que tus sueños abarquen

esa realidad ignorada.

Y sin temor, sea tu alma

la que se cruce con mis pisadas.

Hay caminos callados,

y no vale la pena apalabrarlos.

Desencuentro saturado,
hoy el cielo está equivocado,
una realidad indiferente me viene presionando.

Necesito irme sin hacer ruido,
de esta escena confundida.

Tal vez,
mi conciencia debiera aceptar:
la estrechez de toda definición,
la imposibilidad de permanecer;
tal vez, mi conciencia debiera

abandonar su hambre de control,

y resistencia a ser continuo cambio,

Tal vez,
por un momento,
hasta debiera,
dejar descansar mis sueños
para, dejarme ser,
parte de los tuyos.

Hoy el cielo,
no está equivocado,
soy yo la que no lo entiende
y sin embargo,
me persigue la obsesión por nombrarlo.