Que tu mirada me acompañe
durante este cielo destilado,
y más allá de mi sintaxis,
tu silencio,

sea la excusa para encontrarme
en algún espacio desarticulado.

...me está mirando
el cielo de esta noche;
no está cansado, no tiene sueño,
quiere estar delicadamente solo.

Cielo profundo,
cielo sin fondo,
cielo despacio,
que sin intención, busca su tono.

Que me mire, que me mire
que me siga mirando...
y si mis ojos se duermen,
que me siga extrañando.

Quiero ser
la almohada donde naveguen tus sueños,
la que te ofrezca descanso,
cuando tu cielo parezca pesado
o atropelladamente negro.

Una almohada profunda,
inflada de tiempo
y encuentro,
para escuchar tus dolores secretos.

Una almohada atenta...

...que te vea sonreir cuando estás durmiendo,
y te regale madrugadas de alma
para que sin pereza,
al despertar

seas lo que soñabas.

Necesito tu abrazo,

para que me lleve fuera de este mundo,
quiero desplomar mi coherencia
en tu silencio más profundo.

Que me detenga tu mirada y
tu línea me recorra,
hasta hacerme perder la noción
de la forma que me tiene encerrada.

Esta forma que me persigue
y no entiende que sólo quiero pausa,

No te ates a mis palabras,
son ellas las que me encierran,
me repiten, clasifican y destiñen.
No te quedes en mis palabras:
no quiero que lo dicho me defina.

Sólo quiero que me mires,
con sed desnuda,
sin tiempo, sin ruido, sin hilo...

Estar despacio y sin motivo;
Sólo estar,

sin referencia, en tu incoherencia.

Que esta noche:

mi lluvia te sea profunda,
alivie tus dudas,

y apague tu obsesión
por definir lo ambiguo;

que mi abrazo alcance tu mundo

y te invite a dejar de ser aparte.

Quiero ser capaz de liberar

tu conciencia intermitente, del tiempo.

Ser en tu noche,

oportunidad de intento.